Antídoto 35

 

—¿Para qué me buscabas? —preguntó Cheng Ke.

—Solo… ¿te gustan los animalitos? —preguntó Jiang Yuduo.

—No me gustan —replicó Cheng Ke parcamente—. ¿Qué pasa?

—… Ve a darte una ducha primero —dijo Jiang Yuduo—, cenemos después.

—Bien, siéntate en el área de descanso un rato. —Cheng Ke se dio la vuelta y dio dos pasos, y luego se detuvo. Tal vez estaba acostumbrado a las heridas de Jiang Yuduo. Cuando Jiang Yuduo llegó, no lo notó, pero repentinamente vio que tenía la mano derecha envuelta en un vendaje—. ¿Te lastimaste la mano?

—Sí —respondió Jiang Yuduo.

—¿Cómo sucedió? —preguntó de nuevo.

—¿No es normal que tenga heridas? —Jiang Yuduo se acercó al área de descanso y dijo con una sonrisa—. Es raro no tener heridas durante meses.

Cheng Ke lo miró fijamente un momento, sintiendo que era extraño que reaccionara de esa manera ante la mención de su herida, pero no preguntó más. Jiang Yuduo no tenía intención de contarle.

Si era una lucha callejera, Jiang Yuduo definitivamente diría que su hermanito fue asaltado y reunió a un grupo para encontrar a los culpables; como le había contado por teléfono antes. La actitud actual probablemente estaba relacionada con “ellos”.

Ahora Jiang Yuduo evitaba completamente hablar de “ellos”

A media ducha, Cheng Ke alcanzó el champú. Cuando tocó la botella con los dedos, derribó la botella, que se cayó del estante. Estiró la mano y la atrapó.

Afortunadamente, estiró la mano derecha, que era más ágil. No deseaba coger nada en un baño público si se caía al suelo.

Repentinamente, se detuvo al estarse aplicando el champú en la cabeza.

Jiang Yuduo era zurdo. Al menos cuando luchaba, su hábito era golpear con la mano izquierda. Eso le permitía una ventaja en el ataque. Mucha gente no podía resistirse a los ataques con la mano izquierda.

Aunque no era sorprendente cuando su mano izquierda estaba ocupada, tenía que utilizar la derecha y podía resultar herido… Pero Cheng Ke ahora estaba consciente de la fuerza de Jiang Yuduo, y realmente había muy pocas personas que lo harían utilizar la derecha.

Jiang Yuduo, que incluso tenía el cuchillo en el bolsillo izquierdo, resultó herido en la mano derecha.

Cheng Ke sentía que había algo erróneo, sin importar cómo lo pensara.

Cuando empacó sus cosas y salió después de la ducha, ya no quiso cavilar. No había razón para convencerse, ya fuera dudando de Jiang Yuduo o creyéndole.

Jiang Yuduo estaba sentado ante la mesa, sosteniendo una taza de té frutal, con los ojos a la deriva, Xiao Yang estaba junto a él, hablándole.

Cheng Ke salió del baño y atravesó el corredor, entre las dos filas de caminadoras, y finalmente a través del área de otras máquinas de ejercicio. Xiao Yang continuaba hablando, y Jiang Yuduo sostenía la taza, con una expresión vacía en la cara.

—Sí el señor Jiang está interesado. —Xiao Yang vio que Cheng Ke se acercaba y se levantó—. Puede venir con Cheng Ge. Es más interesante ejercitarse juntos.

—Probablemente no tiene tiempo —Cheng Ke ayudó a Jiang Yuduo a responder—. Está muy ocupado.

—Por eso necesita ejercitarse. —Xiao Yang sonrió—. Bueno, deben estar ocupados.

Jiang Yuduo se levantó de la silla, como despertando tras escuchar la voz de Cheng Ke, se giró y caminó hacia la entrada del gimnasio.

—Gracias por hoy —dijo Cheng Ke.

—No seas tan educado, Cheng Ge —dijo Xiao Yang—. Te acompaño afuera.

—No, no, no —Cheng Ke lo detuvo rápidamente—. Estás ocupado, no me acompañes.

—Bien. —Xiao Yang asintió—. Te veo pasado mañana, Cheng Ge.

Cheng Ke no vio a Jiang Yuduo cuando salió. Bajó al piso inferior y caminó hasta la calle antes de verlo parado a un lado del camino con un cigarrillo en la boca, y una expresión impaciente.

—¿Debí preguntarte si estabas interesado en solicitar una membresía? —Cheng Ke sintió que le habían sumergido la cabeza en un balde de hielo tras dar dos pasos en la calle, y se quedó rígido inmediatamente.

—¿Tienes el cabello húmedo? —Jiang Yuduo estiró la mano para sujetarle un mechón de cabello y lo empujó a la tienda de al lado—. ¿Estás loco? ¿No hay secadoras en el gimnasio?

—Lo olvidé. —Cheng Ke tenía tanto frío que incluso se le congelaban las pestañas—. Ya me parecía que había olvidado algo.

—Quédate aquí un momento. —Jiang Yuduo sacó su celular—. Pediré un coche.

—Déjame llamar a mí. —Cheng Ke también sacó su celular—. Parece que tengo unos cupones de descuento sin utilizar.

Jiang Yuduo no habló, solo lo miró.

—¿Qué pasa? — preguntó Cheng Ke.

—¿Utilizas cupones de descuento? —dijo Jiang Yuduo—, ¿Sabes utilizarlos?

—Carajo —dijo Cheng Ke—, esta cosa me recuerda continuamente que tengo un cupón de descuento, o que mi cupón de descuento ahora ya no sirve. Y luego que todavía tengo un cupón.

—… ¿Cuántos cupones tienes?

—No lo sé, no recuerdo. —Cheng Ke abrió la aplicación, hizo clic dos veces y miró a Jiang Yuduo—. Joder.

Jiang Yuduo se reclinó en el estante y se río. —Ya caducó.

—Mm, debe ser. —Cheng Ke frunció el ceño—. Ya no sirve.

Jiang Yuduo se rio un largo rato. —¿Llamaste al coche?

—Tú llama. —Cheng Ke estaba muy descontento y devolvió su teléfono al bolsillo. No había ocupado ninguno de los cupones. Eran tres y dos ya se habían vencido, pero todavía le quedaba uno. Esta era la primera vez que había intentado utilizar cupones, y el resultado fue que ya ninguno servía. Se sentía muy enojado, como si le hubieran robado la comida cuando estaba a punto de morir de hambre.

La calefacción en la tienda era la adecuada, y cuando el coche llegó, el cabello de Cheng Ke ya se había secado casi por completo.

—¿Qué quieres comer? —le preguntó Jiang Yuduo cuando se subió al coche.

—¿Qué comes usualmente cuando sales con tus amigos? —preguntó Cheng Ke.

—Hoy será Huo guo dijo Jiang Yuduo—. Te llevaré al huo guo de sopa agria de pescado. Er Tu trabajaba allí antes. Es bastante auténtico.

—Bien. —Cheng Ke no sabía si era por el ejercicio. Cuando escuchó sopa agria de pescado, sintió que la saliva casi le escurría.

—Entonces, señor, por favor continúe al norte —Jiang Yuduo le dijo al conductor una dirección—. Entre en la intersección después del estacionamiento.

Cheng Ke repentinamente levantó la cabeza cuando escuchó la dirección.

Jiang Yuduo, que estaba sentado en el asiento del pasajero, giró la cabeza. — ¿Qué pasa?

—Nada —contestó Cheng Ke.

Jiang Yuduo no le preguntó de nuevo y escuchó la entrevista en el radio del conductor, que intercalaba música de vez en cuando.

Cheng Ke siguió mirando el perfil de Jiang Yuduo, sin hablar ni apartar la vista.

Después de bajarse del taxi, se quedó parado a un lado del camino un rato, tras haber vivido más de 20 años allí, nunca había andado por esa calle.

—Joven amo —dijo Jiang Yuduo bajito, pegado a su oreja—, podemos cambiar de lugar, también tienen una sucursal en…

—No es necesario cambiar —dijo Cheng Ke—, está bien esta. Tengo hambre.

—Es un local muy pequeño en un callejón pequeño. —Jiang Yuduo Jiang Yuduo lo condujo o por la intersección—. No te encontrarás a nadie que conozcas.

Cheng Ke lo miró de soslayo, Jiang Yuduo realmente no lucía como una persona tan empática y sagaz.

—¿Donde vives? —preguntó Jiang Yuduo con una sonrisa.

—Adivina.

Jiang Yuduo se dio la vuelta, retrocedió y avanzó lentamente, y señaló la intersección de donde venían. —Sólo puede ser allá. El primer lote de villas aquí son todas casas pequeñas.

—Sí. —replicó Cheng Ke.

—¿Has estado aquí antes? —preguntó Jiang Yuduo—. En estas dos calles hay un montón de locales sencillos, pero con comida muy deliciosa.

—No. —Cheng Ke miró al frente—. Pasé por esa intersección unas cuantas veces, pero el coche no puede entrar.

—El lugar está casi enfrente de tu casa —dijo Jiang Yuduo—, y tuvo que enseñártelo un foráneo.

—¿De dónde vienes? —preguntó Cheng Ke.

—No lo recuerdo.

Después de dar vuelta en una esquina, vio el restaurante de Huo guo de sopa agria de pescado. Comparado con los otros locales, este era grande.

Cheng Ke miró la gran tienda de tela colocada temporalmente en la puerta. —¿Qué es esto?

—La gente que espera una mesa está aquí adentro —dijo Jiang Yuduo—. Es buena hora para venir. Nos darán una mesa en poco tiempo.

—¿En esta clase de local tienes que esperar que se despejen las mesas? —Cheng Ke se sorprendió un poco—. ¿Y apretujado en esta tienda de tela?

—Vamos. —Jiang Yuduo lo sujetó del brazo y levantó la cortina de algodón, arrastrándolo al interior—. Experimenta una vida diferente.

La tienda estaba cálida, tenía aire acondicionado y varios calentadores pequeños, cuyos cables se extendían al interior del local.

Jiang Yuduo cogió un número. —Esperaremos casi media hora.

—Sí. —Cheng Ke asintió.

Encontraron dos sillas para sentarse, y Jiang Yuduo señaló afuera—. Sí tienes mucha hambre, te compraré unos bocadillos para que comas mientras.

—No estoy tan hambriento. —Cheng Ke sonrió—. Es principalmente hambre después de ejercitarme tres horas.

—¿Te ejercitaste con ese parlanchín? —preguntó Jiang Yuduo.

—Mm. —Cheng Ke asintió, y sonrió después de pensarlo—. ¿No te mareó con tanta charla para que aplicaras para una membresía?

—No soy tú, si la chica en la recepción me hubiera dicho, tal vez sí me habría convencido. —Jiang Yuduo frunció el ceño y arrugó la frente un segundo después—. Ey, joven amo, ¿vas al gimnasio… para, eh…?

—No —dijo Cheng Ke.

—¿No qué? —Jiang Yuduo lo miró.

—¿Qué querías decir? —Cheng Ke suspiró.

—Olvídalo. —Jiang Yuduo se quedó callado un largo rato, apretó los dientes y agitó la mano—. ¿No es maleducado preguntar siempre?

—Está bien. —Cheng Ke no pudo contener su alegría—. No me molesta, pero temo que te asquees después de preguntar.

—No, tú no me asqueas, ni… Tampoco debería asquearme la otra gente, solo me siento un poco incómodo. —Jiang Yuduo tiró de la silla hasta su lado y susurró—. Ey, fui a la florería el otro día, el jefe…

—¿Eh? —Cheng Ke inclinó la cabeza y susurró—. ¿Qué tiene de malo el jefe?

—El jefe es uno. —Jiang Yuduo se aclaró la garganta y dijo rápidamente—: Un chico bonito y adorable.

—… ¿todavía no te olvidas de eso? —Cheng Ke se ahogó, sin idea de qué decir—. ¿Sentirás que es un deseo incumplido si no me encuentras un chico bonito y adorable?

—No quise decir eso, ¡joder! —Jiang Yuduo lo fulminó con la mirada—. Quiero decir que creí que el jefe era un hombre, pero cuando lo vi, parecía mujer. Después descubrí que realmente era un hombre con maquillaje, muy hermoso.

—¿Y qupe? —preguntó Cheng Ke.

No tenía paciencia para hacer cambiar a alguien, pero Jiang Yuduo era diferente. Cuando Jiang Yuduo continuaba preguntando estas cosas, no mostraba curiosidad o desprecio, sino solo confusión e incomprensión.

Muy lindo.

Por eso era fácil ignorar muchas otras cosas.

Como «ellos», que repentinamente dejaron de ser mencionados, como la herida en su mano derecha y si Jiang Yuduo tenía problemas mentales, y si sería peligroso estar con él.

—¿Y qué? —Jiang Yuduo arrastró la silla de nuevo, básicamente pegado a él—. Estaba pensando, ¿te gusta eso?

—¿Yo dije eso? —preguntó Cheng Ke—. ¿Lo de los chicos bonitos y adorables?

Jiang Yuduo lo miró fijamente, como recordando.

Cheng Ke se reclinó en su silla sin hacer un sonido, mirándolo a los ojos.

Jiang Yuduo lucía bastante rudo, incluso más rudo por la cicatriz en su cara. Daba la impresión que si decías una oración inapropiada, empezaría a golpearte. Pero sus ojos eran muy diferentes.

Especialmente en este momento, eran muy simples, tan simples que no podías ver nada.

No podía imaginar que una persona con semejante mirada hubiera tenido una infancia insoportable.

—No fui yo el que lo dijo. —Jiang Yuduo lo golpeó en la pierna—. ¡Fue tu jodido hermano el que lo dijo!

—Ah. —Cheng Ke se frotó la pierna—. Entonces, la próxima vez no me preguntes, ve a preguntarle a Cheng Yi.

—Entonces ya entiendo. —Jiang Yuduo lo señaló—. Si no te gustan los bonitos y adorables, entonces debe gustarte el estilo del entrenador Yang.

Cheng Ke lo observó durante diez segundos, luego suspiró. —Jódete.

—¿Me equivoco? —dijo Jiang Yuduo—. Usualmente si eliges a un entrenador personal, tiene que ser del tipo que te gusta. Si quisiera ir al gimnasio, encontraría a una hermosa mujer con un cuerpo ardiente. Es más placentero, ¿verdad? Lu Qian fue al gimnasio antes, y cambió a tres gimnasios porque no encontraba a un entrenador personal que le gustara.

Considerando su análisis, Cheng Ke repentinamente quiso sostener su cara entre las manos.

Para controlar ese impulso frenético, Cheng Ke se metió las manos en el bolsillo.

—Pero ese Yang —Jiang Yuduo suspiró—. Estaría bien si no hablara. Puede matar de molestia a la gente de tanto que habla, bla bla bla… Por consideración a ti, no le dije que se callara de una vez.

—No te preocupes por mí. — Cheng Ke volvió a suspirar—. Sólo encontré un entrenador personal. Resultó que me conocía de antes. Puedes pensar en eso como quieras.

—¿Entonces que te gusta? —Jiang Yuduo suspiró—. Te lo he preguntado muchas veces, ¿Qué tiene de difícil contestar eso?

—Entonces ¿qué clase de chica te gusta a ti? —Cheng Ke sonrió.

La pregunta hizo que Jiang Yuduo luciera anonadado, pensó un largo rato antes de decir: —Bonitas, con grande senos y cintura estrecha.

—Eres un niño —dijo Cheng Ke con una sonrisa.

Esa clase de respuesta que solo miraba a la figura y cara, básicamente delataba que Jiang Yuduo nunca había estado enamorado.

Era impresionante, que un jefe tan espectacular nunca hubiera estado en una relación a pesar de tener 21 años.

—Tú no eres un niño —Jiang Yuduo lo miró—. Un hombre de mediana edad como tú, con mentalidad de niño de tres años y medio, ¿qué clase de persona le gusta?

Cheng Ke lo observó en silencio.

Jiang Yuduo tampoco habló, solo lo miró y espero que respondiera.

Después de mirarse fijamente un rato, Jiang Yuduo repentinamente se enderezó en el asiento. —¿Qué carajo?


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