Antídoto 99

El día de la inauguración, Cheng Ke y Jiang Yuduo se levantaron muy temprano, pero no porque estuvieran muy emocionados por iniciar el negocio. La razón principal era que el teléfono seguía sonando con los mensajes entrantes.

—¡En cuanto vea a tus subordinados en un rato, los golpearé a todos y ninguno sobrevivirá! —Cheng Ke enterró el rostro en la almohada—. Solo es la inauguración de una tienda de té con leche, ¿por qué están tan entusiastas como si fuera un hotel de seis estrellas?

Jiang Yuduo sonrió mientras sostenía el teléfono, —Alguien ya ha llegado.

—¿No son las 11:18 la hora auspiciosa para abrir? —Cheng Ke suspiró—. Todavía no son ni las ocho, ¿qué están haciendo? ¿Planean cerrar la carretera?

Er Tu no durmió en absoluto por jugar a las cartas anoche. Después del juego, arrastró directamente a todos los que estaban allí —dijo Jiang Yuduo con una sonrisa—. Idiota.

—¿Estás muy emocionado? —Cheng Ke inclinó la cabeza y lo miró.

—Mm. —Jiang Yuduo lo miró—. Un poco.

—¿En serio? —Cheng Ke sonrió.

—Estoy feliz. —Jiang Yuduo ya se había sentado, luego se acostó y lo envolvió en sus brazos. Se inclinó sobre su oídos, y se rió bajito dos veces—. Muy feliz.

—Idiota —dijo Cheng Ke con una sonrisa.

—¿Ya despertaste? —preguntó Jiang Yuduo en voz baja junto a su oído.

—… No. —Cheng Ke reaccionó de inmediato—. Te recuerdo, San Ge que hoy tengo un día ocupado…

Jiang Yuduo no contestó, su mano ya le tocaba la cintura.

—Piérdete. —Cheng Ke se dio la vuelta rápidamente y lo empujó contra la cama—. Yo…

—Piérdete tú. —Jiang Yuduo rápidamente volvió a rodarlos y presionó uno de sus brazos.

—¿Cuál es tu problema? ¿Vas a ir a la inauguración después de hacerlo? —Cheng Ke levantó la barbilla, desafiante.

—¿No sabes cuál es mi problema? —Jiang Yuduo chasqueó la lengua—. Soy un paciente. Tengo que tomar un montón de medicamentos cuando me despierto. Si me haces infeliz ahora, tal vez los vea a ellos cuando salga.

—Mierda. —Cheng Ke sonrió y le dio unas palmaditas en la cara. Luego se quedó pensando—. ¿Los has visto recientemente?

—Solo la vez que te dije la semana pasada, y luego no los volví a ver. —Jiang Yuduo hundió la cara en su hombro y lo mordió—. No interrumpas.

Antes de que Cheng Ke pudiera hablar de nuevo, la mano ya había descendido.

≈ ≈ ≈

Cuando Chen Qing llamó, Cheng Ke y Jiang Yuduo acababan de salir de la casa en el automóvil, y estaban esperando en la intersección el cambio del semáforo.

—Estamos en la intersección —dijo Jiang Yuduo.

—¿Qué intersección? —preguntó Chen Qing.

—Solo… esta intersección. —Jiang Yuduo miró a Cheng Ke.

—¿Para qué carajo me miras? ¿Yo evité que salieras antes? —Cheng Ke se inclinó y gritó mientras se comía la bola de arroz glutinoso—. Qing’er, acabamos de salir.

—¡Joder! —gritó Chen Qing—. Sabía que acababan de salir de la casa y apenas estaban en la intersección, carajo. ¡No me atrevía a preguntar cuál intersección!

—¿Por qué no te atrevías a preguntarlo? Simplemente en la intersección donde te pasaste la luz roja más de 8.000 veces —dijo Jiang Yuduo—. Estamos a tiempo, ¿por qué mierda estás nervioso?

—¡No estoy nervioso! ¡Sabía que ustedes dos no eran confiables, la pequeña Sun y yo estamos listos!—dijo Chen Qing—. Los llamé para recordarles a los dos la jodida hora de levantarse.

—Ya estamos levantados —dijo Jiang Yuduo.

—Entonces me siento aliviado. —Chen Qing colgó después de hablar.

—Si no tuvieras al Guardia de Honor, ¿cómo abrirías tu negocio hoy? —dijo Cheng Ke con una sonrisa.

—Sin él, definitivamente… no me habría ocupado con otras cosas en la mañana —dijo Jiang Yuduo.

—Escríbele una nota de agradecimiento —dijo Cheng Ke—. Agradécele por darte tiempo para hacer ejercicio en la mañana.

—Dame un bocado. —Jiang Yuduo miró la bola de arroz en su mano.

—Acabas de comer una. —Cheng Ke le dio un gran mordisco—. Y te bebiste la leche de soja.

—¡Dame un bocado! —Jiang Yuduo gritó.

Cheng Ke chasqueó la lengua y le acercó la bola de arroz a la boca: —Come, come.

Jiang Yuduo dio un mordisco y asintió muy satisfecho.

—Puedes vender bolas de arroz —dijo Cheng Ke—. Comes mientras vendes.

—Realmente lo pensé, pero el escaparate es pequeño. —Jiang Yuduo miró el espejo retrovisor, a Miau que estaba durmiendo en el asiento trasero—. En qué contenedores las pondríamos y el refrigerador está casi lleno. Hablemos de eso después.

—Bueno, ahora mismo, ustedes tres son los únicos empleados —dijo Cheng Ke—. ¿Van a contratar a alguien más?

—No contrataremos a nadie por el momento, solo ellos dos. Y cuando descansen, estaré yo —dijo Jiang Yuduo—. O nosotros.

—… ¿Vas a pagarme? —Cheng Ke lo miró.

—No —contestó Jiang Yuduo—. Eres un inversionista. ¿Qué tipo de salario podría darte? ¿No estás recibiendo dividendos?

—Oh, ¿vas a darme dividendos? —preguntó Cheng Ke.

—Hablemos de eso después —dijo Jiang Yuduo—. Depende de la situación del negocio.

—Tacaño —dijo Cheng Ke.

El teléfono celular de Jiang Yuduo sonó en su bolsillo, y Cheng Ke lo revisó por él: —Es un mensaje de voz de Lu Qian.

—Déjame escucharlo, ella está viajando con la anciana estos días y no puede venir a la inauguración del negocio —dijo Jiang Yuduo.

Cheng Ke le puso el teléfono en la oreja.

—¡Lao San! ¡Te deseo felicidad y prosperidad! ¡Buena suerte! Tu Jie no puede ir hoy, pero ¡llevaré a alguien a comprar cuando regrese! —La voz de Lu Qian sonaba alegre—. Oye, ¡recuerda que me prometiste hacerme cliente VIP! Recibe este sobre rojo. Gracias por tu ayuda a lo largo de estos años. Tu Jie está muy agradecida.

—¿Me transfirió dinero? —preguntó Jiang Yuduo.

—Mm. —Cheng Ke miró el teléfono—. 318 008 [1]

—Es mucho —dijo Jiang Yuduo.

—¿Lo acepto? —preguntó Cheng Ke.

—Acéptalo. —Jiang Yuduo se rio—. Si no lo acepto, ella me maldecirá. Siempre me da sobres rojos durante el Año Nuevo Lunar. Es un bono de fin de año.

—Dijiste que has estado con ella durante muchos años —dijo Cheng Ke—. Si Lu Qian te ha dado tanto dinero, ¿a dónde se fue?

—No lo sé. —Jiang Yuduo pensó durante mucho tiempo—. Realmente no lo sé, invito a mis hermanitos a cenar, les doy cuando les falta dinero, o si tienen alguna emergencia… Nunca pensé en ahorrar dinero. Si tengo dinero, lo gasto y si no lo tengo, no lo gasto. De todos modos, vivo al día.

—Es hora de llevar las cuentas —dijo Cheng Ke.

—Sí. —Jiang Yuduo asintió—. ¿Me ayudarás a administrar el dinero?

—… No hago cuentas de dónde gasto mi propio dinero. —Cheng Ke lo pensó y volvió a reír—. Joder, ninguno de los dos es muy confiable.

—Olvídalo, será mejor que lo haga yo. Al menos no voy a tirar un reloj de cientos de miles a alguien que no conozco —dijo Jiang Yuduo.

Cuando mencionó ese reloj, Cheng Ke de repente se sintió un poco aturdido.

Ese día, Jiang Yuduo apareció repentinamente frente a él, sorprendente y arrogante.

«Muévela o me pondré duro»

La expresión y el tono de voz de Jiang Yuduo fueron claros cuando dijo eso.

Pero en ese entonces, Cheng Ke realmente no esperaba que Jiang Yuduo, que podía decir palabras tan desvergonzadas, fuera tan sencillo como un niño de tres años y medio.

Por supuesto, ahora no era sencillo.

—¿En qué estás pensando? Sonríes como un gamberro —dijo Jiang Yuduo junto a él.

—¿Estoy sonriendo? —Cheng Ke se recuperó y se tocó la cara.

—Riendo, como un idiota. —Jiang Yuduo chasqueó la lengua.

—¿Dónde está mi reloj? —Cheng Ke sonrió y volvió la cabeza para mirarlo.

—¿No me lo diste? —preguntó Jiang Yuduo.

—Solo preguntaba —dijo Cheng Ke—. ¿Qué le sucedió después? ¿Aún lo tienes?

—Sí —contestó Jiang Yuduo—. ¿Por qué? ¿Lo quieres recuperar?

—No, solo preguntaba —dijo Cheng Ke.

—Todavía lo tengo. Está en el gabinete, en la caja donde dejo mi ropa interior —dijo Jiang Yuduo—. No me lo pidas, ya he descubierto su propósito.

—¿Propósito? —Cheng Ke se sorprendió—. ¿Cuál es el propósito?

—De todos modos no lo quieres, ya que Cheng Yi te lo dio. Pero si lo desarmas y haces algo nuevo, será diferente —dijo Jiang Yuduo.

—¿Desarmarlo? —Cheng Ke todavía estaba aturdido.

—Mm, voy a desarmarlo y hacer un artilugio para sorprenderte en tu cumpleaños el próximo año —dijo Jiang Yuduo—. ¿Qué te parece?

—… ¿Sabes lo que es una sorpresa? —Cheng Ke se quedó sin habla.

—Es lo que no esperas. Te lo daré inesperadamente —dijo Jiang Yuduo.

—¡Sí! Pero ahora ya sé la sorpresa para el cumpleaños del próximo año —dijo Cheng Ke—. ¡Entonces me darás el reloj inesperadamente el próximo año! ¿Qué mierda tiene de inesperado?

—Ah. —Jiang Yuduo lo miró—. ¿Sí?

Cheng Ke suspiró.

—Pero no sabes qué es. Eso también es una sorpresa, ¿no? —dijo Jiang Yuduo.

Cuando Cheng Ke escuchó esto, sintió que la escena de su cumpleaños de este año se estaba repitiendo. Arqueó las cejas: —San Ge, no puedes mencionar una palabra sobre el regalo desde ahora hasta el segundo en que me lo des el próximo año.

—Está bien, ya veo. —Jiang Yuduo asintió solemnemente.

≈ ≈ ≈

La apertura del Miau sería mucho más sencilla que la apertura del restaurante de Cheng Ke antes. Todos los invitados eran los amigos de Jiang Yuduo, como muestra de apoyo.

Pero cuando el coche acababa de entrar en la pequeña calle del centro comercial y antes de llegar a la puerta de la tienda, Cheng Ke sintió que el apoyo no era ordinario.

—¿No dijeron que cincuenta personas se rotarían durante tres días? —Cheng Ke miró al grupo de personas que estaban entregando tarjetas Miau a tres pasos de distancia unos de otros a lo largo de toda la calle—. ¡Hay más de cincuenta personas entregando tarjetas!

—Son cincuenta al día durante tres días. —Jiang Yuduo miró por la ventana y se rió—. Joder, así como están, parece que todo el primer nivel del centro comercial pertenece al Miau.

Después de detenerse, Cheng Ke volvió a mirar la tienda: solo había diez canastas de flores perfectas en la puerta, pero estaban amontonadas y había bastante gente parada al otro lado de la calle.

Cuando Jiang Yuduo estacionó el auto, todos se acercaron a gritar.

Excepto por el sonido de “San Ge” que era nítido, no se entendía con claridad.

—¡Que San Ge tenga un negocio próspero!

—¡Que San Ge se haga rico!

—¡Que la inauguración del negocio de San Ge sea grandiosa!

—¡Que San Ge tenga un futuro brillante!

Cuando Cheng Ke salió del auto con Miau en brazos, incluso escuchó la frase —¡Que San Ge tenga suerte…!

—¡Apúrate! —Jiang Yuduo hizo una seña a Chen Qing—. ¿Es casi la hora?

—Todavía faltan cinco minutos. —Chen Qing corrió y giró la cabeza para mirar a Sun Qinqin que lo seguía—. Que alisten los petardos.

—¡Oh, está bien! —Sun Qinqin parecía nerviosa. Tal vez estaba asustado por el grupo a su alrededor que no parecían buenas personas.

San Ge, ¿puedes dar un discurso? —dijo Chen Qing.

—¡Piérdete! —Jiang Yuduo se sorprendió—. ¿Qué discurso ni que mierda? Dime cuando sea la hora. Encenderé el cohete y se acabó, ¿no es suficiente?

—Está bien, preparate. Ya casi es la hora —dijo Chen Qing.

—Ya estoy preparado. —Jiang Yuduo miró a Cheng Ke—. ¿Dónde estarás?

—Lo veré desde aquí. —Cheng Ke se paró debajo de la sombrilla y sacó su teléfono para tomar fotos.

—Bien. —Jiang Yuduo asintió.

En ese momento había mucha gente apiñada y la gente de las tiendas cercanas también se acercaron a ver el espectáculo, seguramente ninguna tienda pequeña en esta calle podía bloquear la acera en su inauguración.

Cuando Xu Ding surgió entre la multitud, Cheng Ke se sorprendió: —¿Él te llamó?

—Por supuesto que me llamó —dijo Xu Ding con una sonrisa—. Este local fue conseguido con mis conexiones.

—¿Qué se siente unirse a la diversión con estos niños? —preguntó Cheng Ke.

—Muy bien —dijo Xu Ding—. Es una satisfacción muy sencilla.

—Después, tomemos un trago —dijo Cheng Ke.

—Bien. El amigo de Lao San, ese Chen Qing me recomendó su té con leche insignia. Dijo que debía beberlo. —Xu Ding sonrió y asintió.

—¿Insignia? ¿Qué tipo de Miau es el insignia? —preguntó Cheng Ke.

Los tés con leche de la tienda de Jiang Yuduo no se llamaban té con leche, todos se llamaban Miau. A primera vista solo se veía Miau Miau Miau Miau.

—Miau de esencia de jengibre —contestó Xu Ding.

—Suena demasiado lindo… —Cheng Ke sonrió y pellizcó las orejas de Miau—. ¿Estás listo?

Miau negó con la cabeza bruscamente y le apartó los dedos de sus orejas.

Antes de volver a apretarlo, Jiang Yuduo encendió los petardos.

Los petardos y los silbidos y vítores sonaron al mismo tiempo. Sonaba como una olla haciendo explosión. Cheng Ke ya no se molestó en pellizcar las orejas de Miau y rápidamente lo sujetó por las patas por temor a que huyera asustado.

Pero Miau era digno de ser quien estuviera en el letrero. Solo dio un leve salto y pronto se calmó, mirando las chispas que estallaban en el suelo.

Jiang Yuduo arrancó la tela roja que cubría el letrero, luego corrió con las orejas tapadas, se inclinó frente a Cheng Ke y gritó: —¡Es jodidamente ruidoso!

Probablemente debido a la emoción, se inclinó con demasiada brusquedad y casi tocó la nariz de Cheng Ke.

Cheng Ke se apartó y gritó: —¡Mierda! Si no lo supiera bien, pensaría que me ibas a besar…

Antes de que terminara de gritar, Jiang Yuduo ya se había inclinado y lo había besado.

—¡Mierda! —Cheng Ke se sorprendió y rápidamente miró alrededor.

La atención de todos estaba en los petardos. Nadie parecía prestarles atención, pero Xu Ding debió haberlos visto. Cuando Cheng Ke volvió la cabeza, Xu Ding estaba mirando los petardos en el suelo con una sonrisa.

Después de encender los petardos y retirar la tela roja, Chen Qing y Sun Qinqin comenzaron a trabajar detrás de la barra.

Jiang Yuduo llevó a Miau a la tienda y lo colocó en la casita para gatos junto a la torre para trepar. Tomó una pequeña correa y lo ató. Miau estaba muy tranquilo y no intentó huir. Salió de la casita y se sentó en la torre viendo a la gente ir y venir.

—Primero apártense. —Chen Qing señaló a los hermanitos que habían llenado la habitación—. ¡Dejen que los clientes compren primero! ¿Para qué se amontonan aquí? ¡Les prepararé unas bebidas más tarde, cuando tenga tiempo!

Debido al descuento, y probablemente porque la escena era un poco exagerada, las personas que comprarían té con leche formaron una fila. Jiang Yuduo se sentó debajo de la sombrilla junto a la puerta y se rió a carcajadas: —Joder, el negocio es muy bueno.

—Es un buen comienzo—, dijo Cheng Ke.

—Les haré dos tazas. —Jiang Yuduo se puso de pie—. Aprendí de la pequeña Sun antes. Puedo prepararles el Miau insignia.

San Ge, no causes problemas. Están lo suficientemente ocupados —dijo Xu Ding con una sonrisa.

—Que aburridos, ¿no quieres probar el té con leche que preparo? —dijo Jiang Yuduo—: Definitivamente no podré hacerlo en el futuro… supongo que nadie lo beberá…

Este Miau de esencia de jengibre era bastante complicado de hacer. Jiang Yuduo estuvo atareado detrás de la barra durante mucho tiempo antes de tocar el exprimidor, pero Sun Qinqin lo detuvo de inmediato.

San Ge, ¿qué estás haciendo? —preguntó nerviosa.

—Prepararé un Miau insignia —dijo Jiang Yuduo.

—Déjalo. —Sun Qinqin se puso más nerviosa—. Yo lo prepararé. Tú ve a saludar a esos amigos.

—Lo haré para Xu Ding y Cheng Ke —dijo Jiang Yuduo—. No es para vender.

—Oh. —Sun Qinqin exhaló un suspiro de alivio y tomó una taza medidora de un lado—. Puedes usar esto, ya está molido. La máquina está muy ocupada ahora. Apresúrate a salir.

—… ¿Quién es el jefe? —preguntó Jiang Yuduo.

—Tú. —Sun Qinqin tomó la leche fresca y se la entregó—. Date prisa, ve a un lado para prepararlos.

Jiang Yuduo tuvo que llevar los materiales a la mesa junto a Gatita de la Suerte Jie. Después de un largo rato de revolver cosas, hizo dos tazas de Miau insignia.

—¡Pruébenlo! —Puso las dos tazas de Miau frente a Xu Ding y Cheng Ke.

—Gracias, jefe Jiang. —Xu Ding la aceptó y tomó un sorbo.

—¿Cómo está? —preguntó Jiang Yuduo de inmediato.

Xu Ding le dio un pulgar hacia arriba con la pajita aún en la boca.

Jiang Yuduo levantó las cejas con orgullo y luego miró a Cheng Ke: —¡Qué te parece!

Cheng Ke tomó un par de sorbos, se reclinó en su silla y se rió, incapaz de detenerse.

—¿De qué mierda te ríes? —Tan pronto vio a Cheng Ke actuar de esa manera, supo que probablemente no lo hizo muy bien, así que tomó la taza en su mano y tomó un sorbo.

De hecho, el sabor era un poco amargo.

¿Probablemente recordó incorrectamente las proporciones?

—Tú, hombre hipócrita. —Jiang Yuduo miró a Xu Ding—. ¿Me diste un pulgar arriba por este sabor?

—Si le pides a Cheng Ke que prepare una taza y la comparas, tendré que darte el pulgar arriba a ti —dijo Xu Ding con una sonrisa—. Tiene problemas para exprimir un jugo en el restaurante.

—Xu Ge, Ke Ge. —Sun Qinqin se acercó con dos tazas de té con leche—. Este es nuestro té con leche insignia, Miau de jugo de jengibre con leche fría. Pruébenlo.

—¿Qué quieres decir? —Jiang Yuduo la miró.

—Qing Ge me pidió que los preparara. —Sun Qinqin sonrió y corrió de regreso a la tienda.

Jiang Yuduo miró la tienda, y Chen Qing, parado detrás de la barra, lo saludó.

—Me lo llevaré. —Xu Ding sostuvo las dos tazas de té con leche—. Tengo que volver a la empresa. Mañana me voy de viaje de negocios. Hay muchas cosas por hacer.

—Estás ocupado —dijo Cheng Ke.

San Ge, que el negocio sea próspero. —Xu Ding le sonrió a Jiang Yuduo.

—Gracias. —Jiang Yuduo había escuchado esta frase muchas veces hoy, pero cada vez que la escuchaba, seguía sintiéndolo agradable y novedoso; especialmente cuando la escuchaba de un gran jefe como Xu Ding. Se sentía extremadamente satisfecho.

Después de que Xu Ding se fue, siguió pensando en eso.

—Jefe Jiang —dijo Cheng Ke mientras jugaba en su teléfono móvil—. Piensa en una palabra.

—¿Qué? —Jiang Yuduo lo miró.

—Lo publicaré en mis Momentos, un set de nueve fotos de la inauguración del Miau —dijo Cheng Ke—. ¿Qué sería mejor decir?

—¿Me preguntas a mí? —Jiang Yuduo se señaló—. No lo voy a publicar yo. Si lo publicara yo, diría una tontería… Déjame ver las fotos.

Cheng Ke colocó el teléfono sobre la mesa y se inclinó para echar un vistazo.

Había un montón de fotos, algunas fotos que había tomado antes de todo el espectáculo, el letrero de Miau, cuando se encendieron los petardos, las personas que hacían fila para comprar té con leche y un primer plano del Miau insignia.

—Este anuncio es realmente elaborado —dijo Jiang Yuduo.

—Esto no es un anuncio. —Cheng Ke sonrió—. Esto es… para presumir.

—¿Presumir qué? —Jiang Yuduo lo miró.

—Presumir mi felicidad. —Cheng Ke se aclaró la garganta—. Suena un poco cursi.

—Está bien. —Jiang Yuduo se rió y miró las imágenes—. No necesitan palabras, significa que la felicidad es tanta que no hay palabras.

—… Tu redacción es incorrecta —dijo Cheng Ke.

—Eso es lo que significa, de todos modos. —Jiang Yuduo chasqueó la lengua—. Apresúrate a presumir.

—Mm. —Cheng Ke asintió, añadió una carita sonriente y publicó las fotos.

Jiang Yuduo rápidamente sacó su teléfono y le dio un Me gusta.

—Que proactivo —dijo Cheng Ke con una sonrisa.

—Mm. —Jiang Yuduo guardó el teléfono y lo miró atentamente.

—¿Qué estás haciendo? —Cheng Ke se puso un poco nervioso—. ¡Ahora que hay menos personas, todos pueden ver lo que haces!

—No quería hacer nada. —Jiang Yuduo todavía lo miraba fijamente—. Solo quería decir…

—¿Eh? —Cheng Ke lo miró.

Jiang Yuduo se mordió el labio, o estaba realmente avergonzado de decirlo o estaba demasiado emocionado.

—Te amo.

Cheng Ke se quedó atónito y, después de un largo rato, dijo con voz muy suave: —Te amo.

≈ ≈ ≈

[1] 318008 yuanes = 2895 dólares (Otra vez Lu Qian y su generosidad)

N.T. ¡Y llegamos al final de la historia principal! QAQ

Pero no desesperen, que todavía nos quedan 3 extras por disfrutar.


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5 comentarios en “Antídoto 99

  1. Estoy llorando, realmente una historia preciosa ❤️. Estoy muy conmovida, que hermoso desarrollo de personajes, amé la dinámica entre ellos, el desarrollo de su relación, todo. Me faltan las palabras 🥹.

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