Antídoto 44

 

La pregunta siempre latente en la mente de Cheng Ke era sobre «ellos«. Era lo que Jiang Yuduo evadía cuando se los mencionaba a propósito, aunque había dejado de hablar del tema deliberadamente desde su última pelea.

Cheng Ke dudaba si Jiang Yuduo tenía problemas mentales. Cuando se lo dijo a Chen Qing y éste lo señaló e insultó, aún tenía dudas; desde su perspectiva, había muchas cosas que no podían explicarse.

Solo que siempre había estado reluctante a pensar en esto, especialmente porque estaba «interesado» en Jiang Yuduo, incluso ahora.

Cuando Jiang Yuduo eligió no responder sus preguntas, él eligió ya no preguntar más.

Pero ahora que la protección de Jiang Yuduo fue más alla de su noción de «amigos», se sentía un poco abrumado.

Agradecía que Lin Xu no le contara a Xu Ding la verdad. Tal vez le resultaba inconveniente decirlo, tal vez Lin Xu no sabía qué decir en absoluto, pero al menos no necesitaba explicarle a Xu Ding lo que sucedía entre él y Jiang Yuduo.

Igual que no quería pensarlo demasiado, tenía miedo de explicárselo a otros. Incluso cuando lo echaron de su casa, no había dado muchas explicaciones.

Después que Cheng Ke terminó de hacer sus preguntas, Jiang Yuduo ya no habló, solo lo observó.

No tenía prisa. Pasaría la noche entera arremetiendo a Jiang Yuduo con preguntas. Si realmente no podía darle una razón válida para que entendiera… ya no estaba seguro que su «interés» por Jiang Yuduo pudiera continuar.

No podía imaginar qué habría sucedido si no hubiera salido del baño.

Si Jiang Yuduo hubiera enloquecido como la última vez, y no lo hubiera escuchado y soltado a Lin Xu.

Solo de pensar en la copa rota contra la carotida de Lin Xu, además de los ojos asesinos de Jiang Yuduo, se asustaba.

—Debes haberlos visto —dijo Jiang Yuduo bajito—, pero no necesariamente te has dado cuenta.

—¿Cuándo, por ejemplo? —preguntó Cheng Ke.

—Estabas parado del otro lado de la calle ese día —dijo Jiang Yuduo—. ¿De verdad no viste nada? A tu izquierda.

Eso hizo que a Cheng Ke lo recorriera un escalofrío. Recordaba que Jiang Yuduo le hizo esa pregunta, pero ni siquiera sabía si había mirado a un lado para ver a alguien, tal vez solo había girado la cabeza casualmente.

—De verdad no vi nada —dijo Cheng Ke—. Cuéntame, ¿quiénes son ellos?

Jiang Yuduo frunció las cejas y habló tras un largo rato de silencio: —Han estado conmigo durante muchos años, y casi… los veo a diario.

—¿Son humanos? —preguntó Cheng Ke.

—¿Quién? —Jiang Yuduo estaba pasmado.

—¿Los que te siguen son personas? —preguntó Cheng Ke con delicadeza—, o… ¿son fantasmas?

—Has visto demasiadas películas de fantasmas —dijo Jiang Yuduo—. Por supuesto que son humanos.

—¿Quiénes son? —preguntó Cheng Ke de nuevo—. ¿Cuántos son?

Jiang Yuduo vaciló un momento, bajó los párpados y se quedó en silencio. —Es la gente de mi… mamá y papá.

Cheng Ke se asombró. Recordaba lo que Jiang Yuduo había dicho sobre los cachorros, y otros perritos.

—Los llamaste mamá y papá… ——preguntó Cheng Ke—. ¿Padres biológicos?

Jiang Yuduo siguió con los ojos cerrados, pero sus pestañas temblaron ligeramente. —No lo sé.

«No lo sé».

Esa respuesta no era dicha a la ligera. Cheng Ke podía ver que Jiang Yuduo realmente no sabía, pero aun así ese «No lo sé» dejó a Cheng Ke muy confundido.

Si los recuerdos eran demasiado dolorosos y terribles, la respuesta de la mayoria sería que no, no un «no lo sé«.

Hizo que repentinamente tuviera una sospecha estremecedora.

Cheng Ke ya no sabía cómo preguntar, sacó un cigarrillo y lo encendió, antes de pensarlo un instante y dárselo a Jiang Yuduo.

—Abre la ventana. —Jiang Yuduo aceptó el cigarrillo.

Cheng Ke abrió una fraccion del quemacocos y el aire frío entró rapidamente. Su cuerpo pareció despertarse repentinamente y descubrió que tenía el cuerpo entero rígido del frío.

Pero cuando miró a Jiang Yuduo, él no parecía sentir nada. Apretó los dientes y se esforzó por no demostrarlo, sino, tal vez Jiang Yuduo se quitaría la ropa para dársela, o algo. No podía soportar esa clase de comportamiento confusos.

Cheng Ke se encendió un cigarrillo propio y después de fumarse la mitad, habló. —Entonces tus padres… ¿por qué harían que alguien te siguiera?

Jiang Yuduo sacudió los dedos que sostenían el cigarrillo y las cenizas le cayeron sobre los pantalones.

Miró fijamente la pila de ceniza, y luego se la sacudió con unos golpecitos.

—Porque huí —dijo Jiang Yuduo.

Huyó, y tal vez fue entonces cuando él y Chen Qing se conocieron , ¿habia escapado de algun lugar?

—Entonces has estado huyendo desde hace mucho tiempo —dijo Cheng Ke—. ¿por qué no se han dado por vencidos…?

—No puedes huir —Jiang Yuduo lo interrumpió, hablando muy rapido, con una ansiedad que se escuchaba al instante—. Dijeron que sin importar a dónde fueramos, nos buscarian y nos encontrarian.

Cheng Ke no habló.

—Asi que me encontraron —Jiang Yuduo bajó la ventanilla del coche, tiró la colilla del cigarrillo con un golpecito de los dedos y se giró para mirar a Cheng Ke—. Me han estado siguiendo todo el tiempo.

—¿Son tus padres? —preguntó Cheng Ke—. ¿Los que te están siguiendo?

—No, no. —Jiang Yuduo sacudió la cabeza, irritado—. No sé quiénes son.

Cheng Ke lo miró, y despues de vacilar un rato, preguntó de nuevo. —¿No conoces a ninguno de los que te ha estado siguiendo?

—No —dijo Jiang Yuduo.

—Durante muchos años esa gente te ha estado siguiendo, pero no los habías visto nunca. —Cheng Ke frunció el ceño—. ¿Es eso lo que estás diciendo?

—Sí.

Cheng Ke lo miró en silencio.

—¿Terminaste de preguntar? —preguntó Jiang Yuduo bajito.

—Al principio. —Cheng Ke bajó la cabeza, apoyando la frente contra el volante—. ¿Creiste que yo era uno de ellos?

—…Sí.

—¿Por qué cambiaste de opinión después? —preguntó Cheng Ke.

—Ni siquiera podías encender la estufa —contestó Jiang Yuduo—, ¿Qué podías hacerme?

Cheng Ke se rio y se giró a mirarlo.

—¿Por qué crees que van a lastimarme a mí ahora?

—Comemos juntos y somos cercanos —replicó Jiang Yuduo.

—Chen Qing es más cercano a ti, ¿no? Además de tus subordinados —dijo Cheng Ke—. ¿Por qué ellos están bien?

—Tú eres diferente a ellos —dijo Jiang Yuduo.

«Diferente»

Tal vez realmente era diferente.

Cheng Ke sacó otro cigarrillo, y cuando intentó utilizar el encendedor, descubrió que tenía las manos un poco entumecidas; presionó dos o tres veces antes que se encendiera.

Miró de soslayo a Jiang Yuduo.

Lucía un poco nervioso, pero su cuerpo no parecía reaccionar al frío.

—¿Como soy diferente de ellos? —preguntó.

—Ellos no quieren preguntarme estas cosas —dijo Jiang Yuduo.

«No me crees.»

Cheng Ke aun recordaba claramente la forma en que Jiang Yuduo dijo esa frase, su expresión, sus ojos y su tono de voz.

Cheng Ke se sentía confundido. Jiang Yuduo parecía capaz de responder todo lo que deseara saber, pero esas respuestas lo sumian en una confusion aún mayor.

Cuando Jiang Yuduo era niño, estaba con «mamá y papá» y otros niños en algún lugar feo, y experimentó dolores que no podía compartir. Después de eso, escapó. En los días que siguieron, «mamá y papá» enviaron gente tras él. La gente era diferente en cada ocasión, desconocidos a los que nunca antes había visto.

Al principio, Jiang Yuduo creyó que él era uno de sus desconocidos. Después de confirmar que no lo era, Jiang Yuduo descubrió que esa gente quería lastimarlo.

Desde el punto de vista de Jiang Yuduo, Lin Xu debía ser uno de los que deseaba lastimarlo.

Cheng Ke sentia que el cerebro no le alcanzaba para comprender. Aunque recordaba la escena cuando Chen Qing lo señaló e insultó; y no estaba muy dispuesto a hacer esa clase de suposicion de nuevo, pero la información provista por Jiang Yuduo hizo que fuera completamente incapaz de comprender.

—¿Cómo juzgas quiénes son…? —Cheng Ke no pudo encontrar las palabras.

—Puedo verlo. —Jiang Yuduo giró la cabeza para observarlo—. Percibo cuando aparecen. Si los veo, huyen.

—Entonces, Lin Xu… —Jiang Yuduo interrumpió a Cheng Ke antes que terminara de hablar.

—Pude notarlo —dijo—. Soy muy perceptivo.

Cheng Ke no habló.

—A veces me lastiman. —Jiang Yuduo miró por la ventana—. No son heridas particularmente serias. Solo quieren que sepa.

—¿Que sepas qué?

—»No puedes huir» dijo Jiang Yuduo—. Nunca podré huir.

—¿Por qué no llamaste a la policía?

—Es inútil —respondió Jiang Yuduo rapidamente.

—¿Has llamado a la policía? —Cheng Ke lo miró fijamente—. ¿Por qué no los has llamado? ¿Por que dices que es inútil?

Jiang Yuduo frunció el ceño y no dijo nada.

—¿Lo has reportado a la policía? —preguntó Cheng Ke de nuevo.

Jiang Yuduo seguía con el ceño fruncido, como si no lo hubiera escuchado.

Cheng Ke ya no sabía qué más preguntar, y no sabía qué más deseaba saber.

Desde el principio, todas sus preguntas ya habían sido respondidas en su corazón. Estaba de un humor como de ostra. No le importaba nada, no preguntaba mucho, incluso si tenía la oportunidad. Después de todo, sentía por Jiang Yuduo un «interés» que no había sentido en mucho tiempo. Si no sabía la verdad, podría continuar en esa burbuja.

Incluso si solo era como «amigos«.

Incluso le dijo a Jiang Yuduo a dónde iba, para que no se preocupara.

Si no fuera por la escena de hoy, si no hubiera tenido que enfrentar la realidad de que Jiang Yuduo realmente podría lastimar a alguien completamente irelevante…

Ahora esas preguntas que formuló, y las que no, cuyas respuestas a medias no eran diferentes a si no le hubiera respondido nada, hicieron que repentinamente sintiera temor.

Con el último esfuerzo, miró a Jiang Yuduo. —¿Puedes contarme…?

—No preguntes.

Cheng Ke hizo una pausa, pero igual habló. —Quiero saber…

—No preguntes.

Cheng Ke apretó los dientes. —Cuéntame qué hacían los cachorros.

Jiang Yuduo giró la cabeza de repente, saltó del asiento de copiloto y le sujetó el cuello de la chaqueta y gritó en su cara. —¡Te dije que no preguntaras!

Cheng Ke deseaba apartar la mano, pero no tuvo éxito. Todo el brazo de Jiang Yuduo temblaba, pero su fuerza era tan impresionante que no pudo apartarse en absoluto.

En este momento, el miedo se extendió como la oscuridad fuera de las ventanas del coche, donde las luces titilaban pero no iluminaban.

—¡Jiang Yuduo! —rugió en respuesta—. ¡Suéltame!

—¡Dije que no preguntaras! ¡No preguntes! ¡Ellos lo sabrán! ¡Ellos te encontrarán! —Jiang Yuduo lo fulmino con la mirada—. ¡Los cachorros entrenaban! ¡Los cachorros peleaban! ¡Los cachorros tenían hambre! ¡Los cachorros querían dormir! ¡Pero los cachorros no podían llorar, ni hablar…!

Cheng Ke sintió que se quedaba sin aire, y quiso levantar las rodillas para empujar a Jiang Yuduo, pero éste repentinamente se enderezó y le aplastó las piernas con las rodillas.

—Los cachorros tenían miedo —la voz de Jiang Yuduo empezó a temblar, sus ojos estaban un poco húmedos—. Yo tengo miedo.

—No temas —dijo Cheng Ke con algo de dificultad—. Ahora estás a salvo. Nadie te lastimara, nadie puede lastimarte.

—Tengo miedo. —La voz de Jiang Yuduo sonó bajito.

Cheng Ke giró la mano y alcanzó la manija de la puerta, la apretó y jaló, y la puerta del coche se abrió repentinamente.

Cayó de espaldas, y la mano de Jiang Yuduo, que apretaba su chaqueta, finalmente resbaló.

Las piernas de Cheng Ke seguían en el coche, solo los hombros se estrellaron contra el piso. Cuando estaba esforzándose por levantarse, Jiang Yuduo bajó del coche y lo rodeó por el frente hasta llegar a su lado.

Cheng Ke sentia que el cuchillo en el bolsillo de Jiang Yuduo podría perforarlo en el siguiente segundo.

Pero Jiang Yuduo no sacó el cuchillo. Solo lo sujetó por la ropa y lo levantó para estrellarlo contra el coche. —¿Sabes por qué no quiero contarte?

Cheng Ke echó la cabeza atrás y se la golpeó con el coche. Se sintió mareado.

—Porque no me crees. —Jiang Yuduo se aproximó a sus ojos y enunció palabra por palabra—. Cheng Ke, no me crees. ¡No crees nada de lo que digo!

—¡Sí! —rugió Cheng Ke—. ¿Cómo quieres que te crea?

Jiang Yuduo lo miró fijamente, jadeando.

—Creo que quieres protegerme, creo que no deseas lastimarme —dijo Cheng Ke—, pero todos los peligros a los que me enfrento los has originado tú. Si fuera otra persona ¡ya me habria alejado hace mucho!

 —Entonces ¿por que no lo haces? —Jiang Yuduo le gritó casi contra la punta de la nariz.

—¿Necesitas preguntarlo? —Cheng Ke tambien gritó, sin saber si la adrenalina en su cuerpo era por furia, temor o confusión—. ¡Dije que estoy interesado en ti!

Jiang Yuduo no habló, lo miró fijamente un largo rato, y finalmente le soltó la mano y se reclinó contra el coche de atrás. —¿Crees que estoy enfermo?

Cheng Ke lo miró y no dijo nada.

—Alguien me dijo eso antes, pero nunca volví a verlo —dijo Jiang Yuduo—. Tú también lo piensas, pero no lo has dicho.

Cheng Ke tosió dos veces.

—Sé que no quieres que te siga —La voz de Jiang Yuduo empezó a calmarse lentamente—. No deseaba que descubrieras que te estaba siguiendo, pero…

Jiang Yuduo bajó la cabeza y se quedó callado un rato.

—Nadie más puede salir herido por mi culpa —dijo Jiang Yuduo—. Tengo miedo.

Cuando Jiang Yuduo dijo la frase, ya habia perdido sus emociones previas. Estaba calmado como si nada hubiera sucedido. Ni siquiera Cheng Ke estaba tan calmado.

—¿Quien resultó herido antes? —preguntó.

—Él dijo «ahora estás a salvo«. —Jiang Yuduo lo miró—. Ahora estás a salvo… no recordaba quién me lo dijo.

—¿ Y ahora lo recuerdas? —preguntó Cheng Ke.

—No. Recuerdo que murió… No hay lugar seguro, nunca estaré a salvo…

Cheng Ke sintio que se le cortaba la respiración un momento.

Incluso cuando Jiang Yuduo estaba hablando sobre lo de los cachorros, no estaba tan conmocionado como ahora. No esperaba que lo que Jiang Yuduo experimentó tambien hubiera incluido muerte.

La persona que deseaba que Jiang Yuduo creyera que ya estaba a salvo había muerto.

Cheng Ke no creía en esos «ellos«, pero no sabía por qué, sí creía en el pasado de Jiang Yuduo, que estaba tan renuente a relatar .

—¿Cómo murió? —preguntó.

Jiang Yuduo no respondió, solo repitió: —Él está muerto.

Cheng Ke no preguntó mas. Estaba agotado y ni siquiera sabía si seguía «interesado» en Jiang Yuduo.

—¿Te mudarás? —preguntó Jiang Yuduo.

Cheng Ke no habló.

—¿Sí? —Jiang Yuduo lo miró —. Estás asustado.

Cheng Ke lo miró brevemente. —No.

—Estás asustado —dijo Jiang Yuduo—. Puedo verlo porque realmente entiendo lo que es tener miedo.

—Es normal que tenga miedo —dijo Cheng Ke—, pero ahora estoy cansado.

—¿Entonces nos vamos? —preguntó Jiang Yuduo.

Cheng Ke vaciló, se giró y abrió la puerta.

No sabía por qué se quedaba con Jiang Yuduo en esta situación, pero aun así se sentó en la cabina del coche.

Despues de encenderlo, en el momento que se activó la calefaccion, se sintio aliviado.

Tardó mucho tiempo en hacer que el coche avanzara.

Jiang Yuduo no dijo nada en el camino, solo echó atrás el asiento y se acostó .

Cheng Ke tampoco habló. Sentía que estaba lleno de preguntas. Si las formulaba una por una, tal vez no terminaran en toda la noche.

Sin embargo, ahora la duda seguía allí, pero ya no tenia la valentia de preguntar más.

Desde el principio, solo deseaba una prueba de que no pasaba nada.

Solo deseaba que Jiang Yuduo le probara que estaba equivocado en su juicio sobre él.

Pero, de hecho, ya sabía desde el principio que Jiang Yuduo no podía probarlo.

Aquellos a quienes nadie más había visto, los que nunca volvían a aparecer, que siempre eran desconocidos, y cuya presencia solo estaba determinada por el «Puedo verlo» de Jiang Yuduo.

Cheng Ke sentía que esta persona se estaba hundiendo, y él no podía aferrarse al timón.

 

Después de regresar a la comunidad y buscar un lugar para estacionarse, miró a Jiang Yuduo, que estaba acostado en el asiento de copiloto.

Jiang Yuduo seguía con los ojos cerrados, como si estuviera dormido.

Cheng Ke originalmente pensó que estaba un poco obnubilado, y no tenía fuerzas para estar asustado, pero en el momento en que quiso despertar a Jiang Yuduo, descubrió que aun tenía miedo.

Temía que Jiang Yuduo saltara de repente y le agarrara el cuello de la chaqueta.

Creía que Jiang Yuduo nunca lo lastimaria, pero si Jiang Yuduo lo apuñalaba, no sería una sorpresa.

—¿Estás alli? —preguntó Jiang Yuduo muy bajito, aun con los ojos cerrados.

—Sí —replicó Cheng Ke. Cuando quiso abrir la puerta del coche, se detuvo.

La voz de Jiang Yuduo sonaba mal, era débil y errática.

—¿Qué te pasa? —Cheng Ke encendió la luz del techo.

—Nada. —Jiang Yuduo seguia con los ojos errados, inmóvil.

Después de encender la luz, Cheng Ke pudo ver su cara claramente. Estaba muy pálida , tenía el ceño profundamente fruncido y goterones de sudor le brillaban en la frente.

—¿Jiang Yuduo?—Se apresuró a tocarle la frente—. ¿Te sientes mal?

—Estoy mareado —replicó Jiang Yuduo en voz baja.

—¿Otra vez mareado? —Cheng Ke se sorprendió, vaciló un momento y luego le tiró del brazo—. ¿Quieres subir a mi espalda?

—No me muevas —dijo Jiang Yuduo—. No puedo moverme.

Después de hablar, frunció las cejas y dejó de hacer sonido, manteniendo su postura previa inmóvil.

Cheng Ke estaba aturullado, y después de un largo rato abrió la puerta del coche. —Espérame un momento, quédate aquí acostado e iré por la manta.

—No te preocupes por mí —La voz de Jiang Yuduo era casi inaudible.

Cheng Ke no contestó y bajó del coche.

Cuando agarró dos botellas de agua de casa y regresó al coche con la manta, Jiang Yuduo estaba igual que antes.

Cheng Ke le colocó la manta encima cuidadosamente, luego bajó un poco la ventanilla del coche y encendió el coche para activar la calefacción.

No sabía porqué Jiang Yuduo repentinamente estaba mareado otra vez, tal vez era una coincidencia, tal vez era emocional.

De acuerdo a Chen Qing, solo podia esperar, tal vez una hora o dos, tal vez hasta la mañana siguiente.

No importaba si se quedaba aquí con Jiang Yuduo, o iba a acostarse a la cama, por lo abrumado que estaba, el resultado sería el mismo: no podría dormir esta noche.

Sacó su telefono y pretendía llamar a Chen Qing, pero después de pensarlo, devolvió el telefono al bolsillo.

Podia decirse que la preocupación de Chen Qing sería contraproducente en esta situacion. Si se enteraba que estaba mareado, definitivamente vendría corriendo y entonces se apretujarían juntos en el coche… Cheng Ke realmente no tenía la energía para enfrentarse a Chen Qing.

Pensando en él, Cheng Ke se sintió un poco confuso.

Chen Qing a veces parecía incompatible con su IQ, pero Cheng Ke tambien sabía que no era un completo tonto. Había estado con Jiang Yuduo durante diez años, y nunca había dudado de él; incluso se enfureció ante las conjeturas de Cheng Ke.

Si Chen Qing, e incluso los subordinados que se reunían con Jiang Yuduo, no lo ayudaban a ocultar esto (ellos no parecían tener semejantes habilidades actorales) eso solo podia significar que cuando Jiang Yuduo socializaba con Chen Qing y los otros, no había nada sospechoso, excepto por «ellos«.

Cuando Jiang Yuduo lo golpeó la última vez, Chen Qing dijo que no había ocurrido en muchos años.

Cheng Ke frunció el ceño. No sabía si podía interpretar que Jiang Yuduo empezó a tener anormalidades con tanta frecuencia debido a su aparicion, una persona «diferente» como él.

Jiang Yuduo dijo antes que Chen Qing y sus subordinados «no hacían esas preguntas«, o sea que solo con él tenía problemas.

Cheng Ke se frotó la cara, irritado, se pasó la mano por el cabelllo y frotó con fuerza. Se quedó inmóvil sosteniéndose la cabeza.

 

 

La noche pasó rapidamente.

Jiang Yuduo decía que cuánto más tiempo pasaba, más lento transcurría.

Si ignoras el tiempo, el tiempo pasa rapidamente.

Cuando Jiang Yuduo se movió ligeramente a su lado, Cheng Ke miró la hora. Ya eran pasadas las cuatro de la mañana.

—¿Como estas? —preguntó Cheng Ke

Al hablar, se espantó. El sonido parecia ser el choque de unas rocas cubiertas de arena; era tan ronca que hasta le salió un chirrido.

—¿Qué te pasa? —Jiang Yuduo giró la cabeza—. Suenas como el cacareo de una gallina.

—Jodete —dijo Cheng Ke, aun chirriante—. ¿Estás mareado?

—Mucho mejor. —Jiang Yuduo se sentó lentamente, aferrando la manta—. Ya no quiero vomitar.

—¿Quieres beber agua? —preguntó Cheng Ke.

—Mm.—Jiang Yuduo asintió.

Ya que era capaz de asentir, realmente ya no debia estar mareado. Cheng Ke destapó una botella de agua y se la tendió.

Jiang Yuduo echó la cabeza atrás y se bebió la mitad de la botella, luego se limpió la boca, lo volteó a ver y le sonrió.

Cheng Ke tambien sonrió.

La sonrisa de Jiang Yuduo lo puso muy incómodo.

—¿Tienes hambre? —le preguntó Jiang Yuduo.

—No tengo.

—¿Tienes sueño? —preguntó Jiang Yuduo de nuevo.

—No estoy adormilado, parece que no tengo sueño —respondió Cheng Ke.

—Oh. —Jiang Yuduo asintió, aferrando la manta, como si no supiera que decir.

Cheng Ke tampoco sabía qué decir.

Era una persona que superaba las cosas muy facilmente. Una vez que los peligros y los problemas pasaban, ya no se preguntaba el porqué, qué hacer o cómo estaría en el futuro. Había llegado a esta edad sin darle importancia a muchas situaciones.

Pero ahora, cuando estaba encerrado con Jiang Yuduo en el coche, agotado y cansado de estar sentado, no podía restarle importancia.

—Cheng Ke —lo llamó Jiang Yuduo.

—¿Eh? —Cheng Ke giró la cabeza.

—¿Puedo seguir considerándote un amigo? —preguntó Jiang Yuduo.

Cheng Ke sintió que se quedaba sin aliento.

—Somos amigos —dijo.

Jiang Yuduo pareció aliviado, sonrió y le preguntó: —Entonces, ¿aun así tienes que mudarte?

Cheng Ke se quedó en silencio, observando a Jiang Yuduo y dijo bajito. —Si ellos… quiero decir, los que te siguen, si saben que ya no somos cercanos, o… si no volvemos a comunicarnos… Ya que no tendrás que preocuparte por mí, ¿No sentirías que estás a salvo?


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2 comentarios en “Antídoto 44

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